Sin realizar un partido memorable, Jamaica fabricó un triunfo glorioso. Ante una Selección Mexicana que lució a ratos displicente y desconcentrada, pero sobre todo alarmantemente inofensiva, los Reggae Boyz gozaron de una victoria mínima (1-0) pero a todas luces justa, y postergaron la clasificación mexicana al hexagonal final.
Más allá de que el único gol del partido, anotado por Ricardo Fuller a los 13’, haya llegado con la ayuda de un desafortunado desvío de Rafa Márquez, en el deslucido cotejo fue el equipo local el que mejor se desenvolvió, el que más veces inquietó al marco rival y el que tuvo siempre las ideas más claras.
Dentro del opaco encuentro, en el que ni el estado de la cancha ni el entorno –que estuvo lejos de ser hostil– pueden justificar el bajísimo nivel del equipo de Eriksson, que ofreció su peor rostro. El sueco seguramente creyó que enfrente tendría al mismo equipo de Jamaica al que venció en el Azteca hace unas semanas, y también, seguramente, creyó que sus pupilos serían los mismos. Pero, más allá de su planteamiento poco acertado, dos fueron las carencias más evidentes del equipo mexicano, las cuales urge trabajar.
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